Los Caballeros Del Amor
A. J. Blue - Reticencia 1, 2, 3 Y 4
…Noto que Liam me está buscando con su mirada.
–Podrías quedarte a vivir una temporada aquí, con nosotros –propone.
–¿Cómo? –lo miro desconcertada.
Marcos le pregunta perplejo:
–¿Y cómo lo tenías pensado?
–Pues, como siempre –le contesta Liam–. Podría ser una experiencia nueva. A mí me gusta, a ti también y Álex adora a todas las mujeres…
Me quedo mirando a los tres, atónita:
–¿Alguien me puede explicar de qué va esto?
–A menudo nos visitan mujeres que suelen quedarse algunas semanas… a cambio de ciertos servicios –me explica Marcos. Su mirada me hace estremecer.
–¿Qué tipo de servicios? –logro preguntar, algo corta de aliento. Espero que la respuesta no sea la que me está rondando por la cabeza.
–Las damas no pagan alquiler y reciben una generosa remuneración, a cambio de mantener relaciones sexuales con nosotros. Obviamente solo si les apetece. –Liam clava sus ojos azules en los míos.
Doy un brinco tan fuerte que se vuelca la taza de café:
–¿Estáis chalaos o qué? ¿Tengo pinta de prostituta?
En el día de su 29 cumpleaños, la vida de Carolina se le hace añicos. Su novio la deja plantada y se queda sin trabajo así que decide pasar la velada sola en un bar. Ahí conoce al carismático Liam y a sus dos amigos que le proponen dormir en la habitación de invitados de su vivienda. Sin embargo, lo que parece un gesto entre amigos esconde una segunda intención. Ocasionalmente, los tres hombres escogen a una mujer a la que pagan para que conviva con ellos y esté disponible para ciertos servicios. ¿Aceptará Carolina la oferta? ¿Qué papel jugará Liam en todo esto?...
A. J. Blue - Expetación 5, 6, 7, Y 8
…«Dios mío, qué fue eso –pienso, cuando Álex me deja una breve pausa para respirar hondo–. ¿Acabo de tener un encontronazo con Dos Caras, o más bien con Dr. Jekyll y Mr. Hyde? ¿Dónde se ha metido el tierno de Álex? ¿Quién diablos es éste?»
Después de su concierto tan emocionante, él mismo no parece nada relajado. Este Álex es energía, pura y dura.
Desliza una mano bajo la falda:
–Hm –refunfuña mientras me acaricia las nalgas desnudas–. ¡Es verdad, no llevas nada! –Me penetra con dos dedos y se mueve dentro de mí. Me humedezco en un santiamén.
–Ven aquí –gruñe, empujándome hacia la cama de dosel.
No me opongo, todo mi cuerpo grita por sus caricias.
Me lanza sobre la cama y sube el vestido, luego se quita la camisa y se abre los pantalones…
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