Cerca Del Cielo
Judith McNaught - Cerca Del Cielo
Quince sirvientes vestidos con su librea azul y oro del Conde de Cameron partieron al amanecer desde Havenhurst al mismo tiempo. Todos llevaban consigo un urgente e idéntico mensaje que el tío de Lady Elizabeth , Mr, Julius Cameron, hacía llegar a otras quince moradas desperdigadas por toda Inglaterra. Los destinatarios de estos mensajes tenían una sola cosa en común: tiempo atrás habían solicitado la mano de Lady Elizabeth. Todos los quince caballeros, al leer el mensaje, sintieron un sobresalto frente al contenido, algunos se mostraron incrédulos, otros divertidos, y otros pérfidamente satisfechos. Doce de ellos rápidamente respondieron rechazando la absurda oferta de Julius Cameron, y se apresuraron a ir en busca de amigos para contarles gustosos el increíble y sin precedente chisme. Tres de los destinatarios reaccionaron distintamente. Lord John Marchman recién había vuelto de su diario pasatiempo preferido, la caza, cuando se le acercó el mensajero de Havenhurst y un criado, quien le entregó el mensaje. “ Maldición!! Murmuró leyéndolo. El mensaje decía que Mr. Julius Cameron deseaba ver su sobrina, Lady Elizabeth Cameron, convenientemente casada lo más pronto posible. Con este fin, decía, Mr Cameron , estaba dispuesto a reconsiderar la oferta de matrimonio, en otro tiempo rechazada, de John. Reconociendo, que había pasado un año y medio desde la última vez que se habían frecuentado, Julius Cameron, proponía mandar a su sobrina , debidamente acompañada por una chaperona, a pasar una semana a la mansión de John , con el fin de “retomar la amistad”. Incrédulo, Lord Marchman paseaba de un lado a otro, releyendo de arriba abajo el mensaje.” Maldición!!! “, repitió. Pasándose una mano entre los rojizos cabellos, miró amilanado la pared cercana, completamente cubierta con lo que le era más querido, los trofeos de caza por él coleccionados en Europa y en todo el mundo. Un alce lo estaba mirando con sus ojos de vidrio; más allá un jabalí salvaje mostraba sus fauces. Extendiendo el brazo acarició afectuosamente el alce en la base de sus cornamentas, con gesto que expresaba gratitud por la espléndida jornada de cacería que le había proporcionado aquel trofeo...
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