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jueves, 7 de noviembre de 2024

Susana Torres

Deporte


Susana Torres - Goleada 1

Los ojos como platos.
Esa fue mi reacción cuando vi a Daniel abrirme la puerta de su mansión. Un futbolista de élite con una pierna fuera de servicio, y todo por un accidente de tráfico a manos de un borracho sin cerebro. Cuando iba andando.
Su músculo, altura y educación empalidecían al ver sus ojos azules. Esos abdominales para rallar pan, la pista de fútbol privada o bien incluso su conversación formal sobre si había llegado bien. Nada importaba, pero la sola idea de decírselo hacía que me muriese de vergüenza.
Yo deseaba un hijo suyo con esos ojos. En unos años, claro. Pero yo en aquel instante “sólo” era una mujer que se ganaba la vida haciendo de fisioterapeuta y masajista para hombres tan ricos como desnudos.
Y Daniel concretamente parecía más humano que ningún otro hombre rico – desnudo o no -. Quizá por lo frágil que se sentía al cojear cuando había ganado su fortuna dando patadas a un balón, o tal vez pues el accidente le había hecho valorar las cosas esenciales de verdad en la vida.
Ver cómo se avergonzaba por las heridas de su pierna solo lo hacía parecer más cautivador. Como un león herido pero todavía con ansias de salir a correr.
No sé si lograré que corra otra vez, pero creo que si prosigo hablando con él por lo menos conseguiré que ya no se sienta vulnerable, abochornado, ni sólo. Conforme voy cogiendo confianza con él pasa de ser educado a un capullo bromista, pero creo que es su forma de decirme que le gusto.
Espero que esa renovada actitud de futbolista-narcisista no dure para siempre. Sobre todo si sigue procurando besarme toda vez que nos vemos. Una no es de piedra...

Advertencia: Una novela romántica con fuertes dosis de erótica explícita y sin pelos en la lengua. Por el hecho de que el sexo siempre y en toda circunstancia ha sido algo natural. Dirigido a un público adulto por razones obvias. ¡Disfruta!.


Susana Torres - Mojame 2

Mi nombre es Claudia y me gano la vida masajeando tíos buenos por dinero.
Concretamente, atletas. Y como verás, eso tiene un lado bueno y uno malo.
Hasta que llegó Erik.

Un nadador de élite, y a su vez, un padre soltero. Ser su fisioterapeuta no era un trabajo fácil. Su comportamiento de cretino y su ego redomado no ayudaban en absoluto. Aún así, no era difícil darse cuenta de que, con su pequeñaja, el hombre era un trozo de pan.

Lo odiaba, y a la vez, lo deseaba. Se suponía que rechazarlo iba a ser fácil, sobretodo considerando que no podía salir con clientes. Pero esa sonrisa canalla, ese instinto paternal, y porqué no, esos abdominales que ya había tocado, eran una combinación difícil de rechazar.

Por el otro lado…

Mi nombre es Erik, y yo tengo tres pasiones en la natación, mi hija y disfrutar de lo que queda. Sin embargo, Claudia amenazaba los líos de una noche. No sólo no parecía importare mi hija, sino que por algún motivo conseguía aguantar mi actitud de cretino insoportable.

Nunca tuve que invitarle a que nadase conmigo.
O quizás fue una lástima no haber podido hacerlo antes.
¿Será esto eso que llaman “sentar la cabeza”?...

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